SANTO DOMINGO. En República Dominicana se ha vuelto cotidiano el reporte por diferentes medios de la muerte de mujeres a manos de sus parejas o ex parejas con armas de fuego, armas blancas o a golpes.

En lo que va del 2016, al menos 55 mujeres han perdido la vida según Andrea Camacho, directora de la Unidad de Prevención y Persecución de la Violencia de Género, Intrafamiliar y de Delitos Sexuales.

Esto significa que, si continuara esta tendencia, 132 mujeres morirían este año, lo que sería la mayor cantidad de muertes registradas en los últimos 10 años, según datos que figuran en las estadísticas de la Procuraduría General de la República.

Camacho aseguró: “Las mujeres asesinadas, según los testigos, habían sido víctimas de maltrato y lo habían denunciado a sus familiares, y la comunidad estaba al tanto de lo que sucedía a lo interno de esos hogares”.

Si partimos de lo anterior surgen interrogantes sobre si la mujer puede aprender a vivir con miedo dentro del hogar y cuáles pudieran ser los factores que podrían influir en este proceso.

La historia de Juana, (nombre ficticio) es una muestra de esa población femenina víctima de violencia psicológica. Ella se sentía atrapada por el miedo. Cuenta con profunda tristeza cómo padeció abuso emocional en más de una ocasión. Describe su primer matrimonio como una relación tóxica en la que sentía que no podía alejarse de esa persona a pesar de los maltratos. Lo mismo pasó años más tarde con la segunda relación de Juana. Reconoce que duró cuatro largos años consciente de los atropellos que padecía, sin tener la fuerza necesaria para alejarse, con su autoestima por el suelo.

Para la psicóloga Rosa Yudelka de los Santos, miembro del equipo de psicólogos de la Unidad de Prevención y Persecución de la Violencia de Género, Intrafamiliar y de Delitos Sexuales, existen múltiples factores asociados de forma habitual a la permanencia de la mujer con el agresor, como la dependencia económica, existencia de hijos pequeños, baja autoestima y dependencia emocional.

“La dependencia emocional, entendida como la necesidad extrema de afecto, derivará en un emparejamiento con vinculación afectiva excesiva, donde la mujer, en caso de tener una nueva relación de pareja, puede volver a repetir el mismo ciclo de dependencia emocional en la nueva relación”, puntualizó la especialista.

Explicó que las mujeres sometidas a violencia aprenden a normalizar el maltrato, minimizan la situación y se mantienen en esa forma de convivencia por mucho tiempo.

 


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