El Ministerio de Salud exhortó a la población a no alarmarse ante los comentarios sobre los efectos a la salud que podría provocar el polvo del Sahara, que se esparce dos veces al año por la República Dominicana.
Se trata de un episodio que en cuestión de días se moverá a otro territorio como cualquier evento meteorológico; y no requiere de medidas extraordinarias.
Se trata de un episodio que en cuestión de días se moverá a otro territorio como cualquier evento meteorológico; y no requiere de medidas extraordinarias.
Dijo que las personas que sufren de alguna condición especial, como por ejemplo asma bronquial, pueden exacerbar algunas crisis, por lo que son las más propensas a tener alergias respiratorias.
Las partículas contenidas en el polvo y el calor seco también pueden provocar irritación momentánea y temporal en los ojos.
En tanto, la directora general de Epidemiologia, Raquel Pimentel, resaltó que esta situación no requiere de medidas extraordinarias de salud.
“Esta nube de polvo que, en su arrastre puede traer sustancias químicas y microorganismo igual como el polvo que manejamos en el medio ambiente ordinario, puede resultar irritante. “El mismo polvo, aun esté libre de microorganismos, puede resultar irritador y afectar las vías respiratorias y la mucosa nasal”, puntualizó la especialista.
En ese sentido, el Ministerio de Salud recomienda usar ropa ligera y clara, tomar abundantes líquidos, principalmente agua, en tanto que las personas con enfermedades crónicas deben seguir tomando los medicamentos, como lo hacen; y limpiar superficies con paños húmedos.
Además, los especialistas del Ministerio de Salud también recomiendan no usar mascarillas porque pueden desencadenar otros problemas secundarios; y además promover prácticas que puedan generar costos y desperdicios.
La nube de polvo del Sahara es un fenómeno que afecta las islas del Caribe cada año, una o dos veces, regularmente para los meses de calor, formando una atmósfera cálida y seca, producida por las tormentas de arena en el desierto africano, que elevan polvo a una altura de hasta 6,000 metros llegando a cubrir el aire fresco en el océano Atlántico.