Todo se ha dicho acerca del consumo de alcohol. Probablemente uno de las principales creencias sea que las mujeres “aguantan menos”, sin embargo se trata de un tema mucho más complejo que intentaremos explicar el día de hoy.
Según un estudio dirigido por científicos de Weill Cornell Medicine, un circuito cerebral que actúa como un “freno” para el consumo excesivo de alcohol puede ayudar a explicar las diferencias de género en la vulnerabilidad a los trastornos por consumo de alcohol. Además, existen otros aspectos a tomar en cuenta y los cuales en conjunto hacen que las mujeres sean dramáticamente mucho más vulnerables.
El estudio fue publicado a finales de agosto del año presente en Nature Communications, los investigadores examinaron un área en el cerebro del ratón que se llama núcleo del lecho de la Stria Terminalis (BNST). Y que se trata de una zona importante en la red de respuesta al estrés y la actividad humana, y lo más relevante es que está asociada con la conducta de beber. Los investigadores descubrieron que una de las poblaciones clave de neuronas BNST, tenía la capacidad de alterar más a los ratones hembras que los machos. Y de cierta manera es una manera de explicar por qué las mujeres son sensibles al beber.
Si bien este estudio fue realizado en animales, se trata de una referencia de gran relevancia que resuelve uno de los cuestionamientos que durante años han despertado la curiosidad de la ciencia y muchos bebedores recurrentes. Otro de los hallazgos de los investigadores encontró que grupos distantes de neuronas conectadas al BNST, actúan como un freno en su actividad y tienen un efecto más fuerte en el BNST femenino en comparación con el BNST masculino.
De acuerdo con declaraciones de la autora principal del estudio, la Dra. Kristen Prair. Weil Cornell quien es profesora de farmacología en medicina: “Este estudio enfatiza que existen diferencias de género en la biología del cerebro que controla la conducta de beber. Al desarrollar tratamientos óptimos para los trastornos por consumo de alcohol, realmente necesitamos comprender esas diferencias.” Lo cierto es que durante años se ha tratado al alcoholismo como un problema general, sin diferenciación alguna entre el género de las personas y sus susceptibilidades a sufrir complicaciones.
Entre los principales factores que se tuvieron en cuenta, los investigadores consideraron que las mujeres tienden a beber menos que los hombres. Sin embargo, los investigadores creen que esto se debe principalmente a factores culturales y enfatizan que en las últimas décadas, la brecha de género se ha reducido significativamente, especialmente entre las mujeres jóvenes. De hecho, se ha comprobado a través de diversas referencias que las mujeres pueden ser intrínsecamente altamente vulnerables a los trastornos por consumo de alcohol.
Si bien durante décadas se ha asociado al alcohol como una costumbre masculina, que de hecho es bien vista por la sociedad; los epidemiólogos han notado que el aumento de la comercialización del alcohol a las mujeres y el cambio de roles de género han cambiado gradualmente el desequilibrio del alcohol. Además, el último año derivado de la pandemia por Covid-19 el consumo de alcohol en la población a nivel mundial ha aumentado y en específico se ha comprobado que la población más sensible han sido las mujeres.
Con respecto al consumo de alcohol antes de la pandemia, se sabe que los hombres todavía tienen casi el doble de probabilidades que las mujeres de beber en exceso. Sin embargo, no aplica para las personas más jóvenes, de acuerdo con un estudio disponible al respecto: las mujeres nacidas entre 1991 y 2000 beben ahora tanto como sus homólogos masculinos, y sus tasas de consumo podrían eventualmente superarlas. Los cuerpos de las mujeres se ven afectados de manera diferente por el alcohol que los cuerpos de los hombres, por razones que van más allá de la talla.
Lo cierto es que se ha comprobado que las mujeres no solo sufren cada vez más los efectos nocivos del alcohol, los datos nacionales muestran que la tasa de mortalidad por cirrosis se disparó en un 57% entre las mujeres de 45 a 64 años entre 2000 y 2015 en los EE. UU., en comparación con el 21% entre los hombres. Y aumentó un 18% en las mujeres de 25 a 44 años, a pesar de haber disminuido un 10% entre sus pares masculinos. Las visitas de mujeres adultas a los servicios de urgencias de los hospitales por sobredosis de alcohol también están aumentando considerablemente.
¿Las razones? Los científicos han descubierto que las mujeres producen cantidades más pequeñas de una enzima llamada alcohol deshidrogenasa (ADH), que se libera en el hígado y descompone el alcohol en el cuerpo. Mientras tanto, la grasa retiene el alcohol, mientras que el agua ayuda a dispersarlo. Entonces, en el caso de las mujeres gracias a sus niveles naturalmente más altos de grasa corporal y niveles más bajos de agua corporal: experimentan una respuesta fisiológica aún más dramática al alcohol.
De acuerdo con una de las especialistas más reconocidas en el tema, la doctor Dawn Sugarman quien es profesora de psicología en la Escuela de Medicina de Harvard y psicóloga de adicciones en el Hospital McLean en Belmont: “Esa vulnerabilidad es la razón por la que vemos un aumento de los problemas médicos en las mujeres con trastornos por consumo de alcohol, en comparación con los hombres”.
Otro aspecto que juega en contra de las mujeres es que tienden a desarrollar adicción y otros problemas médicos más rápidamente que los hombres. Es un fenómeno llamado “telescópico”: las mujeres con problemas con el alcohol tienden a empezar a beber más tarde en la vida que los hombres, pero les lleva mucho menos tiempo desarrollar la adicción al alcohol. Las mujeres también experimentan más rápidamente enfermedades hepáticas y daños en el corazón y los nervios.
Sobre las referencias que se tienen sobre los efectos del alcohol en el cuerpo, podemos decir que no se descubrieron hasta las últimas décadas. Si bien durante años, los servicios de salud han advertido a la sociedad sobre las devastadoras consecuencias de un consumo excesivo de alcohol; el primer estudio sobre las diferencias de género y el alcohol se publicó en 1990.De hecho, casi todos los estudios clínicos sobre el alcohol se realizaron íntegramente en hombres hasta la década de 1990. Esto se debió en parte a que se alentó a los científicos a eliminar tantas variables como fuera posible que pudieran influir en los resultados de un experimento, una de las cuales era el género. Y como se suponía que el alcoholismo era un problema mayoritariamente masculino, nadie se preguntaba qué podría pasar por alto si no se estudiaba a las mujeres y al alcoholismo.
Eso cambió cuando instituciones gubernamentales como los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU., exigieron que las mujeres y las minorías debían incluirse como sujetos de investigación clínica, y comenzaron a abordarse las brechas críticas de género en la investigación médica.
En la década de 2000, los escáneres cerebrales de los alcohólicos parecían mostrar que los cerebros de las mujeres son más sensibles al alcohol que los de los hombres. Pero Marlene Oscar-Berman, profesora de anatomía y neuropsicología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston, encontró un giro interesante al respecto. Su equipo de investigadores observó los cerebros de los bebedores a largo plazo, notaron que los hombres alcohólicos tenían “centros de recompensa” más pequeños que sus contrapartes masculinas. Esta área del cerebro, formada por partes del sistema límbico y la corteza frontal, está ligada a la motivación; es clave para la toma de decisiones e incluso para la supervivencia básica. Pero en las mujeres alcohólicas, los centros de recompensa eran más grandes que en las mujeres no alcohólicas, lo que implica que sus cerebros estaban menos dañados que sus contrapartes masculinas. Sin lugar a dudas estos hallazgos, son en cierto modo contrarios a la idea de que las mujeres han sido más susceptibles al daño cerebral por alcohol que los hombres. Y gracias a ello, hoy en día queda mucho trabajo de investigación por hacer.
Lo interesante es que estos estudios llegan para demostrar la importancia de trabajar en referencias más específicas sobre el alcohol, el género y la adicción. Finalmente el consumo excesivo de alcohol es un hábito completamente dañino para cualquier ser humano (sea mujer u hombre), en cualquier etapa de su vida. También los especialistas coinciden en que las motivaciones, emociones y causas, suelen ser diferentes en cada género. Siendo las mujeres más sensibles a sufrir miedo, altos niveles de estrés, preocupaciones y depresión. No en vano, las investigaciones muestran datos muy reveladores: el consumo de alcohol en las mujeres está relacionada con el alivio del dolor emocional, mientras que la bebida de los hombres está más relacionada con la presión social.
Finalmente, todos estos aspectos invitan a los médicos y científicos a considerar las vulnerabilidades biológicas que presenta cada género, con el objetivo de crear estrategias de prevención cada vez más enfocadas y eficaces. De cualquier modo, beber mucho alcohol es un hábito que deteriora la salud física, mental y emocional a muchos niveles. Además, de relacionarse activamente con un mayor riesgo de afecciones cardiovasculares, hipertensión, obesidad, diabetes, depresión, daño hepático, renal y otra larga lista de complicaciones.