EFE
Ciudad del Vaticano
El papa Francisco aseguró hoy, en el día en el que se celebra la Jornada Mundial de los migrantes y los refugiados, que la Humanidad está llamada a "construir un mundo siempre más inclusivo" que acoja a todos "sin prejuicios".
"Es necesario caminar juntos sin prejuicios, sin miedo, poniéndose al lado de los más vulnerables, migrantes, desplazados, víctimas de trata, abandonados", dijo al término del rezo dominical del Angelus ante varios cientos de personas en la plaza de San Pedro del Vaticano.
"Estamos llamados a construir un mundo siempre más inclusivo, que no excluya a nadie", añadió, recordando el lema este año de la celebración: "Hacia un nosotros siempre más grande".
Francisco aseguró que se unía "a todos los que están celebrando" esta Jornada por todo el mundo, a los que agradeció "su "generoso compromiso".
Y citó a algunos de los grupos presentes en la plaza vaticana, donde ondeaban decenas de banderas en representación de las 47 comunidades étnicas y los 150 centros pastorales presentes en la diócesis de Roma, que acogieron sus palabras con aplausos y vítores..
"Antes de dejar la plaza os invito a avecinaros a aquel monumento (...) la barca con migrantes y a deteneros a observar la mirada de esas personas y ver en ella la esperanza que hoy tiene cada migrante de recomenzar a vivir", dijo sobre la escultura de bronce que representa a un grupo de migrantes y refugiados de diferentes partes del mundo y épocas.
"No cerremos las puertas a su esperanza", añadió.
Durante el Ángelus, Francisco se centró en la necesidad de abrirse a los demás ante "la tentación de la cerrazón" porque mantiene "a distancia a quien no piensa como nosotros. Esto, lo sabemos, es la raíz de muchos grandes males de la historia: del absolutismo que a menudo ha generado dictaduras y de muchas violencias hacia quien es diferente".
Y "es necesario velar sobre la cerrazón también en la Iglesia (...) a veces también nosotros, que en vez de ser comunidad humilde y abierta, podemos dar la impresión de ser “los primeros de la clase” y mantener a los otros a distancia; en vez de tratar de caminar con todos, podemos exhibir nuestro “carné de creyentes” para juzgar y excluir"
El papa abogó por "superar la tentación de juzgar y de catalogar" y la mentalidad del “nido”, la de custodiarnos celosamente en el pequeño grupo de quien se considera bueno: el sacerdote con sus fieles, los trabajadores pastorales cerrados entre ellos para que nadie se infiltre, los movimientos y las asociaciones".
"Todo esto corre el riesgo de hacer de las comunidades cristianas lugares de separación y no de comunión" en lugar de ser "comunidades acogedoras donde haya sitio para todos", dijo, destacando también "el riesgo de ser inflexibles hacia los otros e indulgentes hacia nosotros mismos".