Estados Unidos sufrirá tormentas mortales con más frecuencia y el país debe mejorar en su gestión de estos eventos, indicaron expertos el miércoles mientras Texas y otros estados lidiaban con tormentas invernales que superaron todas las previsiones de empresas de suministros básicos, gobiernos y millones de ciudadanos ateridos.
Las tormentas de esta semana -y las que están por llegar al este del país- encajan con un patrón de eventos extremos provocados por el cambio climático, y demuestran una vez más que las autoridades locales, estatales y federales no hicieron suficiente por prepararse para un clima más extremo y peligroso.
Al menos dos docenas de personas han muerto esta semana, algunas de ellas por incendios o intoxicación de monóxido de carbono cuando intentaban calentarse en sus casas. En Oklahoma City, una masa de aire ártico hizo caer las temperaturas de la capital del estado hasta los -25 grados Celsius (14 grados Fahrenheit).
“Esta es una clase de tormenta diferente”, dijo Kendra Clements, una de las personas en Oklahoma City que abrieron los edificios de sus empresas para cobijar a personas sin hogar, algunas de las cuales llegaron con signos de congelación, hipotermia y carámbanos en el pelo. La escena adelantaba lo que los proveedores de servicios sociales y gobiernos describieron como un aumento de las necesidades de los más vulnerables conforme empeoran el clima y los desastres naturales.
Otros estadounidenses se ven en situaciones de riesgo. Los sistemas de energía de toda clase fallaron en el frío extremo, incluidas centrales eléctricas de gas natural que se quedaron fuera de servicio y, en menor medida, turbinas eólicas que se congelaron y dejaron de funcionar. Más de 100 millones de personas viven en zonas bajo alertas, avisos o advertencias por clima invernal, y se espera que los apagones continúen durante días en algunas partes del país.
La crisis hizo sonar la alarma para las redes energéticas de todo el país: Al empeorar el cambio climático, las condiciones graves que superan los precedentes históricos se vuelven más habituales. Texas, por ejemplo, espera que su demanda energética toque techo en pleno verano, no en lo más crudo del invierno, como hizo esta semana.
Las graves tormentas se produjeron mientras el presidente, Joe Biden, se prepara para invertir hasta 2 billones de dólares en infraestructura y energía limpia durante cuatro años. Biden ha prometido actualizar la red eléctrica estadounidense para que no emita dióxido de carbono para 2035, así como aislar edificios, reparar carreteras y construir puntos de carga para vehículos eléctricos.
“Construir una infraestructura resiliente y sostenible que puede soportar un tiempo extremo y un clima en transformación jugará un papel integral” en la creación de empleos y en el objetivo de Biden de alcanzar un “futuro de cero emisiones netas”, dijo el miércoles la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki.
Las tormentas han llamado mucho la atención esta semana, especialmente dado que además de congelar a los estadounidenses, han afectado a las vacunaciones contra el COVID-19. Pero eso no significa que no se hagan más habituales, según los expertos.
“Esto definitivamente fue una anomalía”, pero una que probablemente ocurrirá con más frecuencia debido al cambio climático, dijo Sara Eftekharnejad, profesora asistente de ingeniería eléctrica y ciencias informáticas en la Universidad de Siracusa.
“Probablemente tiene que mejorar la planificación, porque empezamos a ver más fenómenos meteorológicos extremos en todo el país”, dijo, ya fuera un frío extremo en Texas o la intensa ola de calor que avivó los incendios forestales en California el año pasado.
Mejorar las previsiones, tanto en el medio como en el largo plazo, ayudaría a evitar fallos catastróficos como los apagones actuales en Texas y otros estados, al igual que sistemas de almacenamiento de gran escala que puedan proveer electricidad cuando hay picos de demanda y diversificar las fuentes de energía, indicaron Eftekharnejad y otros expertos.
El cambio climático también afecta a la preparación militar. Los daños causados por un huracán en 2018 en la Base Aérea de Tyndall en Florida, y las inundaciones de 2019 en la Base Aérea de Offutt, en Nebraska, hicieron que el Pentágono enviara efectivos a Gran Bretaña para entrenar.
Otro huracán de 2018 que golpeó el Campo Lejeune de Carolina del Norte, donde está un tercio de los recursos de la Infantería de Marina, causó enormes daños y afectó a la instrucción en general, según concluyeron los mandos militares estadounidenses.
El desastre en Texas y otros estados “es un recordatorio de que la infraestructura crítica de nuestra nación es vulnerable a eventos meteorológicos extremos y ya no podemos hacer oídos sordos a las inversiones de resiliencia necesarias para protegerla”, dijo el senador Tom Carper, demócrata de Delaware y que preside el Comité del Senado de Medio Ambiente y Obra Pública. Carper se reunió la semana pasada con Biden en la Casa Blanca.
“El coste asociado con abordar el cambio climático y mejorar nuestra resiliencia a la infraestructura siempre será menor que el coste de reconstruir o no actuar”, añadió Carper.
Mientras tanto, las autoridades federales analizan el funcionamiento del sistema eléctrico durante la tormenta que afectó a estados de Luisiana a Minesota.
En Texas, donde la energía eólica está ganando peso, los aerogeneradores no suelen estar equipados para soportar temperaturas bajas durante mucho tiempo, como es el caso en Iowa y otros estados de clima frío. Modificarlos ligeramente para que soporten temperaturas gélidas es un paso necesario para hacer frente al cambio climático, dijo Roy McCann, profesor de ingeniería eléctrica en la Universidad de Arkansas.
Aunque algunos políticos republicanos, como el gobernador de Texas, Greg Abbott, han intentado atribuir los apagones a las energías eólica y solar, la mayor parte de la energía del estado se produce en centrales térmicas tradicionales, la mayoría de gas natural, que fueron el problema principal.
“Todo el sistema se vio sobrepasado”, dijo Joshua Rhodes, investigador asociado en temas de energía de la Universidad de Texas.