La industria farmacéutica sigue en su lucha sin tregua contra el coronavirus SARS-CoV-2 y ha dado un paso trascendental en medio de una pandemia que ya deja en el continente americano una huella de 5.136.705 casos y 247.129 muertes, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El anuncio hecho por Pfizer y BioNTech, según el cual se lograron resultados positivos en sus ensayos iníciales en humanos con la vacuna para el patógeno causante de la enfermedad de la COVID-19, brinda algo de esperanza, sobre todo en una América que sigue recibiendo gravísimos impactos en su economía, fruto de las necesarias cuarentenas dictaminadas como medidas de protección.
La noticia de estos avances del sector farmacéutico llegó incluso a los oídos de los inversores de Wall Street y fue una de las responsables del cierre al alza un 0,95 % hasta los 10.154,63 puntos del índice Nasdaq, por las posibilidades que ven estos de más reapertura económica tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo.
América, y más urgentemente América Latina, necesita buenos anuncios en el medio de esta “guerra”, ya que su “muro económico” se está cayendo a pedazos por todos lados: los empleos están siendo arrasados por millones, mes a mes, y la infraestructura industrial está colapsando.
Pfizer y biontech a la vanguardia por la vacuna
El estudio llevado a cabo por Pfizer y BioNTech incluyó a 45 adultos de entre 18 y 55 años y en él se probaron distintas dosis de la vacuna que, según las empresas, produjeron anticuerpos superiores a los de pacientes que se han recuperado de la COVID-19.
Kathrin Jansen, jefa de investigación y desarrollo de vacunas de Pfizer, aseguró en un comunicado que los datos clínicos son positivos y que los trabajos se están llevando a cabo con la máxima urgencia.
Ambas compañías prevén usar la información recabada para llevar a cabo una prueba mucho más amplia, con hasta 30.000 participantes, y que esperan comenzar a finales de julio. Si estas pruebas resultan exitosas, Pfizer y BioNTech tienen intención de fabricar hasta 100 millones de dosis en lo que queda de año y potencialmente más de 1.200 millones durante 2021.
Otra noticia farmacéutica ha levantado sospechas en todo el mundo. Estados Unidos anunció la compra de casi todas las existencias del medicamento Remdesivir, uno de los fármacos que han mostrado su efectividad frente a la COVID-19.
El Departamento de Salud se ha asegurado la compra de más de 500.000 tratamientos de Remdesivir de la farmacéutica estadounidense Gilead Sciences para los hospitales estadounidenses hasta septiembre.
Sin torcer la curva
Este anuncio de compra no ha impedido que los casos sigan en aumento en Estados Unidos y que el aumento de contagios impongan marcha atrás en las políticas de desescaladas.
Pese a ello, el presidente Trump consideró este miércoles que el coronavirus “simplemente desaparecerá” en algún momento y rechazó ofrecer una estrategia para hacer frente a los repuntes de casos en el sur y oeste del país.
Antes de que “desaparezca”, América Latina ve como la curva no se doblega. Brasil, el segundo país más afectado, reportaba datos escalofriantes: 1.038 nuevas muertes y 46.712 nuevos casos de coronavirus en las últimas 24 horas, con lo que ya superó las 60.000 víctimas mortales y bordea los 1,5 millones contagios en poco más de cuatro meses, según informó el Gobierno.
En menor medida pero de forma significativa, otros países observan los datos diarios con preocupación. Colombia, que mañana cumple 100 días de cuarentena, superó este miércoles los 100.000 casos de coronavirus y se acerca a los 3.500 muertos, según el Ministerio de Salud sobre la pandemia, que sigue desbordada especialmente en Bogotá, el Atlántico y otros departamentos de la región caribe
Como anécdota de negocio, el grave impacto que tiene la COVID-19 en Nicaragua se está viendo reflejado en la multiplicación de las ventas de féretros en los talleres funerarios de Managua, donde los administradores ven que su negocio “prospera” en medio de la tragedia.
“En los últimos tres meses podíamos vender de 18 a 21 ataúdes a la semana”, le aseguró a EFE Bladimir, el seudónimo con el que prefiere ser identificado uno de los encargados de un taller para “evitar rencillas” con las autoridades.