Freddy Pantaleón tiene una bodega en El Bronx pero ahora dice que su trabajo no es solo hacer cafés, sándwiches y vender lo que compren, su labor consiste también en hacer equilibrios con el dinero que circula en su caja.
Esta habilidad es tan crucial como tozudamente insuficiente para cuadrar las cuentas de muchos negocios en manos de inmigrantes. Y el COVID-19 ha terminado de ponerles entre la espada y la pared. Está por ver que puedan encarar la Fase 2 de apertura de la economía cuando las cuentas aprietan por todos los lados.
El coronavirus, la falta de trabajo y de escuela han rebajado un 60% el consumo de la bodega de Pantaleón.
Tiene menos demanda pero los mismos billes que pagar, el más alto es el de la renta. Son $6,800 mensuales que ya debe de dos meses. “Hablé con el casero con el que llevo 26 años para pedirle una rebaja, que me ayudara y me dijo que pidiera un préstamo”
Pantaleón dice que a pesar de las largas horas que dedica y el estrés que sufre apenas tiene un salario porque además de la renta tiene que pagar electricidad, seguro, teléfono, etcétera. En la lista cuenta con un alto costo más, los impuestos de propiedad.
La propiedad no es suya pero los caseros suelen incluir sus impuestos en la suma que pagan los inquilinos. “Lo acepté porque era poco al principio y esto es una zona pobre, nunca pensé que iban a subir tanto”. Ahora paga $20,000 al año en impuestos.
Este bodeguero dice que de vez en cuando le entran pensamientos de dejarlo todo.
Es la alternativa que tienen muchos inmigrantes, cerrar por no poder salir adelante y con ello acabar con puestos de trabajo en sus comunidades.
Por eso hace unas semanas se dio la bienvenida a la enmienda de una ley para facilitar la renovación de contratos de alquiler comercial automáticamente por 10 años además de resolución de disputas a través de arbitraje. Se trata de la Small Business Jobs Survival Act (SMJSA), una propuesta de ley que lleva tres décadas sin ser aprobada y por la que han abogado muchos políticos en sus campañas.
El último proponente es el concejal dominicano Ydanis Rodríguez y goza del apoyo de más de 20 concejales. Su objetivo es acabar con los pagos que los caseros demandan para negociar renovaciones de contratos, subidas excesivas de alquileres y la incertidumbre de quienes operan sin alquiler durante meses que llegan a ser años.
El proyecto de ley sigue estancado y con la emergencia del COVID-19 Rodríguez ha propuesto que esta solo se aplique de la calle 96 hacia el norte en Manhattan y los restantes cuatro condados. Una concesión para ayudar a los pequeños negocios inmigrantes que son dueños del 48% de los pequeños negocios de la ciudad.
Rodríguez explicaba hace unos días que espera que el presidente del Concejo, Corey Johnson, apoye esta enmienda. “La legislación que tiene mucho apoyo y es la única carta que tenemos en la mano para dar alivio a miles de negocios”, explicaba Rodríguez.
“No quiero adelantarme a lo que diga Johnson pero es evidente que hay una crisis y aunque no hay desalojos aún hay un estrangulamiento por deudas acumuladas”, lamentaba Rodríguez. Un portavoz de Johnson dijo ayer que el Concejo “examinará la propuesta del concejal Ydanis Rodríguez”.
La tienda en la que trabaja Gladys Fernández tiene este problema de las deudas. La renta de La Ancha, en Washington Heights está pagada al día porque han tomado prestado para ello y seguir con una tienda que lleva abierta 40 años. Son más de $4,000 a los que se añaden gastos como los impuestos de propiedad del casero o el agua del pequeño aseo.
Fernández no quiere quedar mal con su casero, con quien tiene que renegociar contrato, pero tomar prestado para pagar la renta le va a impedir comprar mercancía porque “tenemos que devolver el dinero”.
Esta dominicana lamenta la situación. “Si no vemos la luz, si no tenemos tantas ventas o conseguimos cerrar el alquiler tendría que cerrar, aunque no quisiera”.
Josefina, una dominicana que prefiere usar este nombre al suyo, debe varios meses de renta de su salón de belleza por el que además paga los impuestos de la propiedad. “Es injusto que yo pague esa cantidad cuando yo no soy la propietaria”. Ella espera un acuerdo de pago en los próximos días. Cuenta que con su clientela fiel pueda salir de la crisis pero arrastra deudas.
“Hay gente que no va a poder abrir. Sé de gente que ya está vendiendo sus equipos de trabajo porque no podrán abrir”, dice.
El bodeguero Pantaleón cree que o cambian las cosas o “vamos a desaparecer quienes creamos empleo, quienes damos crédito a los clientes y quienes pagamos taxes”