La depresión es un trastorno muy conocido, debido a la gran cantidad de personas que lo sufren a diario.
Esta enfermedad provoca que la persona que lo padece tenga serios problemas para llevar una vida totalmente normal.
El pesimismo, las pocas ganas de vivir y los cambios de humor son algunas de las características que afectan a las personas con esta dolencia.
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Eso sí, nunca debemos confundir la tristeza con la depresión: una es pasajera, mientras que la otra perdura durante un largo tiempo.
Pero, ¿por qué hay tantas personas que la padecen? ¿Tiene algo que ver la genética? ¿Es una cuestión de sentimientos o sensibilidad emocional?
Hoy descubriremos tres causas que pueden hacer que sufras depresión alguna vez en tu vida.
Las causas de la depresión
1. El valor de la genética
La genética tiene mucho peso cuando hablamos de enfermedades como el alzhéimer o el cáncer, pero la depresión también tiene cabida entre ellas.
Si algún familiar, sea cercano o no, ha sufrido esta enfermedad, existe, aproximadamente, hasta un 30% de posibilidades de que tú, en algún momento de tu vida, la sufras.
Lo más normal es que cuanto más próximo sea el familiar depresivo, mayor posibilidad haya de padecer la enfermedad.
Parece ser que en existe una predisposición genética a padecer aquellas enfermedades, como la depresión, que han afectado a nuestros familiares.
Esto no quiere decir que tengamos que sufrir esta enfermedad, solamente que nos encontramos mucho más expuestos que alguien en cuya familia no se han presentado estos cuadros depresivos.
2. Todo es cuestión de fisiología
Al contrario que los psicólogos, los psiquiatras se centran en la solución de los desórdenes mentales a base de fármacos porque, muchas veces, existen factores fisiológicos que provocan la enfermedad.
En el caso de la depresión, la culpable sería la serotonina, un neurotransmisor que, al no funcionar correctamente, provoca que la persona caiga en depresión.
No obstante, la serotonina no tiene que ver solo con la depresión, sino también con la ansiedad, que está muy ligada a esta enfermedad.
Claro está que la depresión no siempre tiene un componente fisiológico y que tampoco los fármacos pueden ser siempre la solución, pero son una opción que se debe barajar si alguna vez la padecemos.
3. Los problemas personales
Cuando una persona sufre esta enfermedad, lo primero en lo que pensamos es que le ha sucedido algo en su vida que ha sido el desencadenante de este trastorno. La verdad es que la depresión, exceptuando los casos anteriores, tiene un detonante que está ligado a los problemas personales.
Los casos más conocidos son las situaciones de divorcio, de acoso, de otros trastornos como la bipolaridad, etc.
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Incluso, muchas mujeres después de tener un bebé sufren la conocida “depresión posparto” en la que las hormonas desempeñan un papel fundamental.
Aunque este trastorno puede aparecer a cualquier edad, los adolescentes y las personas con edades comprendidas entre los 35 y los 45 años son más propensas a ello.
Todo lo que sucede a su alrededor les afecta y, si nada va bien, pueden acabar sumergidos en una terrible depresión.
La depresión y las relaciones
Aunque es cierto que puedas tener cierta predisposición genética, el verdadero desencadenante para tu depresión serán las relaciones que mantengas a tu alrededor.
Si te encuentras sumergido en una relación tóxica o no eres capaz de tomar las riendas de tu vida, si un acontecimiento negativo te ha tomado por sorpresa y no sabes cómo enfrentarlo, todo esto puede sumirte en un estado depresivo.
La parte positiva de todo esto es que de este trastorno se sale, aunque es un proceso arduo y largo en el que quizá requiramos la ayuda de fármacos.
Por decirlo de alguna manera, la depresión debe combatirse a través de muchos frentes con el fin de eliminarla por completo o, al menos, tenerla controlada.
Por el modelo de vida que llevamos, lo rápido que vivimos, los problemas que nos acontecen y muchas cosas más, son niños, jóvenes, adultos y mayores los que se ven, cada vez más, afectados por esta enfermedad.
Lo importante es dar con el origen del problema para así poder tratarlo desde ya de forma eficaz.
La depresión tiene sus causas, pero también tiene sus soluciones.