El asma afecta a unos 300 millones de personas en todo el mundo, según datos de la Iniciativa Global para el Asma (GINA, por sus siglas en inglés).
Es una enfermedad crónica en la que las vías respiratorias se inflaman y, por lo tanto, se estrechan y dejan pasar un menor flujo de aire. “Esta obstrucción es parcial o totalmente reversible por acción de la medicación o espontáneamente”, indica Francisco Álvarez Gutiérrez, coordinador del Área de Asma de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).
Entre los factores de riesgo de desarrollar asma “los más importantes serían la alergia, otros factores de la propia persona como la obesidad, la rinitis o rinosinusitis crónica o, incluso, cuestiones perinatales relacionadas con la prematuridad o la lactancia. También destacan los factores ambientales como el tabaquismo, las infecciones respiratorias o el ambiente laboral”, señala el doctor Álvarez.
“Después tendríamos los factores desencadenantes de los síntomas, entre los que estarían las infecciones (sobre todo víricas en otoño e invierno), los alérgenos, la polución ambiental, determinados fármacos, alimentos, etc.”, apunta el neumólogo.
Ataques de asma
“Durante un ataque de asma, el revestimiento de los bronquios se inflama, lo que provoca un estrechamiento de las vías respiratorias y una disminución del flujo de aire que entra y sale de los pulmones”, expone la Organización Mundial de la Salud.
El doctor Álvarez explica que los síntomas más frecuentes de los ataques de asma son “la disnea (dificultad respiratoria) que se presenta típicamente por las noches, a primeras horas de la mañana o al hacer esfuerzos; la tos; la opresión torácica y las sibilancias, es decir, los pitidos o silbidos en el pecho”.
El especialista aclara que estos síntomas son variables en su presentación e intensidad a lo largo del día y de las estaciones del año, dependiendo de la causa que los provoque y de la sensibilidad alérgica.
“Es importante tratar los síntomas en cuanto se presentan. Así se evita que empeoren y causen un ataque de asma grave. Los ataques de asma graves pueden requerir atención de urgencias e incluso pueden ser mortales”, advierte el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre de Estados Unidos.
Además, hay medidas que ayudan a prevenir estas crisis. En este sentido, el doctor Álvarez subraya que “en la mayor parte de los casos no se puede prevenir tener o no la enfermedad, pero sí se pueden prevenir los síntomas y agudizaciones, sobre todo, haciendo correctamente el tratamiento; evitando, si es posible, exponerse a las sustancias que provocan los síntomas y no fumando”.
El neumólogo expone que en el caso de la rinitis alérgica, cuando todavía no hay asma, un correcto tratamiento podría prevenir el desarrollo del asma. Asimismo, insiste en que no fumando o dejando precozmente el tabaco, además de disminuir los síntomas, en algunos casos se podría prevenir el desarrollo de la enfermedad.
En lo relativo a la prevención de los ataques de asma en sí mismos, el doctor Álvarez recalca que la medida fundamental es seguir el tratamiento de forma correcta.
“La base del tratamiento, es decir, el tratamiento de fondo o de mantenimiento, son los corticosteroides inhalados, a los que se pueden asociar broncodilatadores de larga acción.
También se puede tener broncodilatadores de acción rápida como tratamiento de rescate, pero lo importante es estar bien controlado con la medicación de fondo y no necesitar la medicación de rescate”, expone.
“El principal problema hoy día es la falta de cumplimiento de la medicación, lo que puede provocar ataques a veces graves”, destaca.
El facultativo también señala la necesidad de dejar de fumar, “dado que el tabaco provoca un aumento de las crisis de asma y hace que el tratamiento sea menos efectivo, sobre todo los corticosteroides inhalados”.
Del mismo modo, manifiesta que, cuando sea posible, se debería evitar estar expuestos a aquellos factores ambientales o laborales que pueden provocar un ataque de asma.
“El asma alérgica de causa bien definida se podría prevenir con inmunoterapia específica. Por su parte, la vacunación antigripal también está indicada para prevenir esta infección que puede producir crisis de asma”, apunta.
El neumólogo explica que se puede considerar que el asma está bien controlada “cuando no hay síntomas ni diurnos ni nocturnos, no hay limitación de la actividad física, no es necesario el uso de la medicación de rescate, no hay agudizaciones y las pruebas de función pulmonar (sobre todo la espirometría), que miden si hay o no obstrucción, son totalmente normales”.