Isaura Félix Peralta
Santo Domingo
Todo en exceso hace daño, en especial si son combinaciones que aceleran el ritmo particular del organismo, ya que entonces el exceso se vuelve fatal. El cerebro, el hígado, los riñones, pulmones, estómago y corazón sufren consecuencias directas de esos excesos.
La ingesta excesiva de alcohol, las mezclas con bebidas energizantes, los estimulantes sexuales, las sustancias controladas, las drogas y el tabaco son, por sí solos, estimulantes cardíacos que predisponen a que las personas sufran taquicardia o arritmias del corazón, que pueden llevar a infartos.
En el cerebro, el alcohol en exceso provoca disminución de la memoria, reduce la capacidad de concentración y pérdida del autocontrol.
Las náuseas, vómitos y dolor de cabeza, son las reacciones directas que produce el hígado a raíz de una intoxicación alcohólica.
La deshidratación hace que el organismo busque el agua que necesita en otros órganos, provocando que las membranas que cubren el cerebro pierdan líquido lo que genera el dolor de cabeza.
Asimismo, el etanol, principal componente de las bebidas alcohólicas, causa erosiones en la mucosa del estómago, lo cual hace que las personas sientan irritación o ardor estomacal.
En cuanto al corazón, el cardiólogo Wilson Ramírez, director de la Unidad Cardiovascular del centro Cardio-Neuro-Oftalmológico y Trasplante (CECANOT), explicó que el consumo excesivo del alcohol aumenta la actividad cardiaca que además de las arritmias e hipertensión puede generar enfermedades coronarias agudas.
Sin embargo, destaca el médico que el alcohol necesita de otros agentes para provocar muerte súbita o paros repentinos del corazón.
“El problema es que hay una gran cantidad de jóvenes que no tienen disfunción sexual y, por un problema cultural, para sentirse más potente sexualmente y el ego personal y eso lo combinan con esas bebidas energizantes que tienen repercusiones cardiacas y también, eventualmente, lo hacen con drogas, especialmente con metanfetaminas, crack, que de por si son extremadamente estimulantes cardíacos”, dijo Ramírez.
Indicó que cada vez más atiende una cantidad de jóvenes de menos de 25 años, que “no tienen por qué tener enfermedades coronarias”, sin embargo padecen de crisis hipertensivas o síndromes coronarios agudos.
Después de una hepatitis toxica, netamente provocada por intoxicación por alcohol, por lo general, las personas jóvenes se recuperan gracias a una función del hígado que le permite regenerarse.
En tanto que la broncoaspiración, que es la aspiración de líquidos por las vías respiratorias, es una de los resultados más comunes de la intoxicación por alcohol y la mayor causa de muerte en estos casos.
Según dijo Ramírez, es una consecuencia de la intoxicación por alcohol mezclada con comidas pesadas, se da cuando el paciente no vomita, o se encuentra en una posición que no le permite desechar el líquido completamente. Si esto sucede el medico procederá a colocar mecanismos de respiración artificial.
Para el doctor, que las personas mueran por intoxicación alcohólica, es una problemática de educación y familia.
“El Ministerio de Salud y los medios de comunicación deben unirse en campañas que involucren también al Colegio Médico, Sociedad de psiquiatras, psicólogos, cardiólogos, etcétera, deben educar a la población”, acotó Ramirez.
Fue enfático al decir que la educación en el hogar es fundamental para prevenir este tipo de muertes.
Sugirió replicar el modelo norteamericano de prevención de enfermedades del corazón, que consiste en ir a las entidades educativas
Cifras
El doctor Ramirez citó que Instituto de Cardiología, el hospital Marcelino Vélez y los hospitales militares se reportan al menos mil 500 pacientes con infartos por año de manera individual.
De los cerca de 200 pacientes que recibe CECANOT cada año con afecciones del corazón, el 1.5% están relacionados a los excesos de ingesta de alcohol, que fue combinada con alguna bebida energizante, un estimulante sexual o droga.