Los hábitos cotidianos pueden interferir en nuestro ánimo y emociones. ¿Sabías que, por ejemplo, ser agradecido nos puede acercar más a la felicidad?
El secreto reside en decir “gracias” por lo que tenemos y no cuando conseguimos algo grandioso. Estar contentos todos los días puede parecer una utopía, pero todo depende de nuestra actitud.
Ser agradecido en todo momento
Existen dos tipos de gratitud:
La condicional, cuando nos sentimos bien si las cosas salen como esperamos.
La incondicional, un hábito que nos permite sentirnos agradecidos por todo lo que tenemos sin que nada especial suceda.
Si bien ambas son muy lindas y benéficas, debemos trabajar más en la segunda porque es, en definitiva, la que moldea nuestro ánimo o emociones.
Cuanto más agradecemos más felices somos. Así de simple es la ecuación. Y va más allá del éxito, del dinero o de lo material.
Desde que nos levantamos hasta que nos vamos a la cama por las noches tenemos la oportunidad para decir “gracias”. Piensa, por ejemplo, cuántas personas han tenido que trabajar para que tu puedas disfrutar del desayuno o de una ducha caliente antes de salir de casa.
Analiza también lo cotidiano, aquello que siempre te quita salud u horas de sueño:
¿Sabías que tener un trabajo, un plato de comida y una cama cómoda ya te convierte en un ser más bendecido que la mayoría de las personas en el mundo? ¡Y son tan solo tres cosas que tienes a disposición todos los días!
Ni qué hablar de las relaciones personales de las que disfrutamos: familia, amigos, compañeros de trabajo, colegas, vecinos… ¿Cuántos quisieran estar en tu lugar y rodearse de tanta gente?
No te haces una idea de lo agradecido que deberías ser si te comparas con alguien que vive solo o por algún motivo no tiene contacto directo con sus seres queridos.
Feliz
Ser agradecidos va más allá de un simple “gracias” cuando alguien nos da un presente. Es una actitud, un modo de ver la vida y de tener en cuenta todas las cosas que poseemos (no solo en el plano material), que son infinitas.
Si eres agradecido por cada mínimo detalle que te rodea verás cómo te sientes más feliz, cómo dejas de lado ciertas preocupaciones mundanas y de qué forma te enfocas en aquello que realmente importa.
Los principales beneficios de ser agradecido
¿Te imaginas cómo sería un día en el cual únicamente usaras tus energías para decir “gracias” por todo? ¡Sería una experiencia maravillosa para no desaprovechar!
Hay infinidad de cosas por las que estar agradecido: desde tu almohada o tu ropa pasando por el agua caliente, hasta la salud o la alegría de ver felices a los tuyos. ¿No te parecen razones suficientes como para sentirse completamente bendecido?
Pero aún hay más, porque esta actitud de agradecer ante la vida nos trae muchos beneficios tanto a nivel físico como mental. ¡Y también se refleja en nuestras relaciones y rendimientos!
1. Nos permite valorar lo que tenemos
Ser agradecido por cosas mundanas como un plato de sopa caliente en invierno, una llamada de nuestro hermano o un asiento vacío en el metro en hora punta nos hace ver la vida de otra manera.
Nos enfocamos en todo lo que tenemos y nos olvidamos (aunque sea por unos instantes) de aquello que nos falta. El hecho de valorar lo pequeño nos aporta felicidad instantánea.
2. Mejora nuestra actitud
¿Eres de los que siempre ve el vaso medio lleno o medio vacío? Si estás en el primer grupo… ¡Enhorabuena! Porque de esta manera te sentirás más feliz a diario.
Ver el lado positivo de las cosas nos hace sentir mejor con nosotros mismos y refuerza nuestra actitud hacia todo lo que nos sucede. Incluso en las peores tragedias podemos buscar la parte positiva.
3. Tenemos más salud
Si nos pasamos todo el día enfocándonos en lo que no tenemos en vez de agradecer lo que sí poseemos es más probable que nos enfermemos.
La negatividad y el estrés son enemigos íntimos de nuestro sistema inmunitario.
Así pues, cuando no nos tomamos el tiempo para analizar cuán bendecidos somos, los virus y bacterias nos atacan sin piedad y las defensas no pueden hacer nada para detenerlos.
Te recomendamos leer: Cuidado, el mal humor es un virus muy contagioso
4. Hacemos felices al resto
Hacemos felices al resto
Cuando parte de tu jornada la utilizas para agradecer, quienes te rodean reciben una especie de beneficio explícito.
Esto quiere decir que, si le dices “gracias” al vecino que te mantuvo la puerta abierta del edificio para que puedas salir, al compañero de oficina que buscó unos papeles por ti o al cajero del supermercado al colocar en bolsas tu compra, estarás haciendo felices a esas personas.
¡Y con qué poco lo logras!
5. Fortalecemos las relaciones
En concordancia con el punto anterior, al decir gracias estamos conectándonos con los que nos rodean. Si a los demás les gusta estar contigo porque los haces sentir bien, entonces nunca estarás solo (otro motivo para agradecer).
Los lazos son muy frágiles y necesitan que los mantengamos de diferentes maneras. Al valorar el trabajo o la ayuda de los otros, todos experimentamos felicidad.
¿A que merece la pena hacer el intento?
Los hábitos cotidianos pueden interferir en nuestro ánimo y emociones. ¿Sabías que, por ejemplo, ser agradecido nos puede acercar más a la felicidad?
El secreto reside en decir “gracias” por lo que tenemos y no cuando conseguimos algo grandioso. Estar contentos todos los días puede parecer una utopía, pero todo depende de nuestra actitud.
Ser agradecido en todo momento
Existen dos tipos de gratitud:
La condicional, cuando nos sentimos bien si las cosas salen como esperamos.
La incondicional, un hábito que nos permite sentirnos agradecidos por todo lo que tenemos sin que nada especial suceda.
Si bien ambas son muy lindas y benéficas, debemos trabajar más en la segunda porque es, en definitiva, la que moldea nuestro ánimo o emociones.
Cuanto más agradecemos más felices somos. Así de simple es la ecuación. Y va más allá del éxito, del dinero o de lo material.
Desde que nos levantamos hasta que nos vamos a la cama por las noches tenemos la oportunidad para decir “gracias”. Piensa, por ejemplo, cuántas personas han tenido que trabajar para que tu puedas disfrutar del desayuno o de una ducha caliente antes de salir de casa.
Analiza también lo cotidiano, aquello que siempre te quita salud u horas de sueño:
¿Sabías que tener un trabajo, un plato de comida y una cama cómoda ya te convierte en un ser más bendecido que la mayoría de las personas en el mundo? ¡Y son tan solo tres cosas que tienes a disposición todos los días!
Ni qué hablar de las relaciones personales de las que disfrutamos: familia, amigos, compañeros de trabajo, colegas, vecinos… ¿Cuántos quisieran estar en tu lugar y rodearse de tanta gente?
No te haces una idea de lo agradecido que deberías ser si te comparas con alguien que vive solo o por algún motivo no tiene contacto directo con sus seres queridos.
Feliz
Ser agradecidos va más allá de un simple “gracias” cuando alguien nos da un presente. Es una actitud, un modo de ver la vida y de tener en cuenta todas las cosas que poseemos (no solo en el plano material), que son infinitas.
Si eres agradecido por cada mínimo detalle que te rodea verás cómo te sientes más feliz, cómo dejas de lado ciertas preocupaciones mundanas y de qué forma te enfocas en aquello que realmente importa.
Los principales beneficios de ser agradecido
¿Te imaginas cómo sería un día en el cual únicamente usaras tus energías para decir “gracias” por todo? ¡Sería una experiencia maravillosa para no desaprovechar!
Hay infinidad de cosas por las que estar agradecido: desde tu almohada o tu ropa pasando por el agua caliente, hasta la salud o la alegría de ver felices a los tuyos. ¿No te parecen razones suficientes como para sentirse completamente bendecido?
Pero aún hay más, porque esta actitud de agradecer ante la vida nos trae muchos beneficios tanto a nivel físico como mental. ¡Y también se refleja en nuestras relaciones y rendimientos!
1. Nos permite valorar lo que tenemos
Ser agradecido por cosas mundanas como un plato de sopa caliente en invierno, una llamada de nuestro hermano o un asiento vacío en el metro en hora punta nos hace ver la vida de otra manera.
Nos enfocamos en todo lo que tenemos y nos olvidamos (aunque sea por unos instantes) de aquello que nos falta. El hecho de valorar lo pequeño nos aporta felicidad instantánea.
2. Mejora nuestra actitud
¿Eres de los que siempre ve el vaso medio lleno o medio vacío? Si estás en el primer grupo… ¡Enhorabuena! Porque de esta manera te sentirás más feliz a diario.
Ver el lado positivo de las cosas nos hace sentir mejor con nosotros mismos y refuerza nuestra actitud hacia todo lo que nos sucede. Incluso en las peores tragedias podemos buscar la parte positiva.
3. Tenemos más salud
Si nos pasamos todo el día enfocándonos en lo que no tenemos en vez de agradecer lo que sí poseemos es más probable que nos enfermemos.
La negatividad y el estrés son enemigos íntimos de nuestro sistema inmunitario.
Así pues, cuando no nos tomamos el tiempo para analizar cuán bendecidos somos, los virus y bacterias nos atacan sin piedad y las defensas no pueden hacer nada para detenerlos.
Te recomendamos leer: Cuidado, el mal humor es un virus muy contagioso
4. Hacemos felices al resto
Hacemos felices al resto
Cuando parte de tu jornada la utilizas para agradecer, quienes te rodean reciben una especie de beneficio explícito.
Esto quiere decir que, si le dices “gracias” al vecino que te mantuvo la puerta abierta del edificio para que puedas salir, al compañero de oficina que buscó unos papeles por ti o al cajero del supermercado al colocar en bolsas tu compra, estarás haciendo felices a esas personas.
¡Y con qué poco lo logras!
5. Fortalecemos las relaciones
En concordancia con el punto anterior, al decir gracias estamos conectándonos con los que nos rodean. Si a los demás les gusta estar contigo porque los haces sentir bien, entonces nunca estarás solo (otro motivo para agradecer).
Los lazos son muy frágiles y necesitan que los mantengamos de diferentes maneras. Al valorar el trabajo o la ayuda de los otros, todos experimentamos felicidad.
¿A que merece la pena hacer el intento?