BRUSELAS. De sus 25 años de vida Mabel Moreno lleva 12 fumando. Al día consume en promedio tres cigarrillos y gasta unos RD$1,000 al mes para ese fin. Con el propósito de ahorrar dinero, hace dos años probó el cigarrillo electrónico, un dispositivo que, a diferencia de los convencionales que queman hoja de tabaco, utiliza una pequeña batería para calentar una solución líquida, que mayormente contiene nicotina, y la convierte en un vapor que inhala el usuario, una acción a la que llaman vapear. “Hacía menos daño, supuestamente”, recuerda la joven profesional.
Aunque el expendio para comprar el dispositivo puede superar los RD$1,000 y RD$10,000, las recargas son más económicas. La solución que Mabel incorporaba al cigarrillo le alcanzaba para dos semanas; se ahorraba RD$200. Ya no le olían a tabaco las manos ni la ropa. Pero ella empezó a leer informaciones que decían que el vapor “se condensaba” y le podía hacer más daño. Por esa razón a los tres meses lo dejó de usar y retornó al cigarrillo convencional. De paso, extrañaba la sensación de una bocanada pura.