Somos más fuertes de lo que creemos y de cómo nos sentimos.
Por si a ti te pasa como a mí, te hago un resumen de mis conclusiones de estas primeras semanas de confinamiento. Así, si no puedes procesar más información, puedes dejar de leer. Cuatro conclusiones:
- Estamos pasando un duelo. Este es el resumen del conjunto de emociones que estamos viviendo estos días. Todos. No sólo quienes desgraciadamente han perdido a un ser querido. Todos nosotros hemos perdido algo (y vivimos con temor a perder más).
- Se pueden sentir dos cosas contrarias a la vez. Alegría y tristeza. Miedo y confianza. Rabia y agradecimiento. Aunque es confuso y agota no hay que elegir.
- Somos más fuertes de lo que creemos y de cómo nos sentimos. Nuestra resiliencia está engordando día a día.
- Sobre los niños en esta situación: van a estar bien.
- Estamos pasando un duelo
Esto es diferente. No estaba en los planes. Esta situación nos sacude y nos deja mareados. Este virus nos ha traído una dosis inmensa de nuestra criptonita: la incertidumbre total. Podemos confiar en que todo volverá a ser más manejable, pero no sabemos cuándo, ni con qué renuncias o aprendizajes llegaremos a este punto. Seremos conscientes de cuánto nos ha impactado el coronavirus y cambiado cuando queden atrás y bien atrás estos días.
Pocas veces ha sido tan difícil contestar a la pregunta: ¿Cómo estás? En el mejor de los casos son días raros. Mis pacientes, amigos, familiares y yo misma, vamos alternando respuestas de este estilo:
“Me siento extraña”, “esto es como una película”, “bien...creo, ¿eso es malo?”, “hoy mejor, ayer fue duro”, “depende del día, unos días siento que no puedo, otros días hasta feliz”, “bloqueado, disociado, aterrado”.
Estamos pasando un duelo. Todos. Cada uno de nosotros, independientemente de las circunstancias en las que estemos. En soledad, enclaustrados en una casa con niños pequeños demandantes y que no entienden, con adolescentes en su momento vital, en pareja bien o mal avenida, con personas queridas enfermas o con el temor a enfermar de quienes son vulnerables, habiendo perdido a alguien querido y con el dolor de no poder despedirse, estamos todos procesando una pérdida.
Pero, ¿qué hemos perdido? La normalidad, la rutina y la confianza de que conocemos los peligros a los que potencialmente tendremos que enfrentarnos. Cuando todo esto acabe o se mitigue lo suficiente, no habrá dos grupos: “Aquellos a quienes el coronavirus les afectó y cambió y aquellos a los que no”. Algunos vivirán pérdidas personales y otros profesionales, pero todos, hemos perdido la estabilidad que conocíamos hasta ahora.
Como en cualquier duelo, hemos pasado de la negación de creer que esto no nos pasará, al enfado por ver limitada nuestra libertad y seguridad. De ahí a pensar que podremos saltarnos las normas, encontrar la manera de que no nos afecte tanto y finalmente a la tristeza teñida de aceptación al ver que no podemos cambiar lo que pasa, sólo ir día a día.
- Estar bien y no estar bien a la vez: las dos cosas son posibles.
Independientemente de todos los consejos y “trucos” que hayas consumido estos días para manejar esta situación de la mejor manera posible, es esperable que no estés bien. O no todo el tiempo.
Aunque pongas en práctica todas las recomendaciones sobre cómo cuidar tu salud mental, es posible que no parezcan tener efecto. Como te decía, es que esto es DIFERENTE. Puedes meditar, comer sano, tener rutinas, pensar en positivo... y aun así, estar profundamente triste, angustiado o sentir desesperanza. No digo que esas recomendaciones que yo misma sigo y hago a otros no sean valiosas. Propongo que ahora más que nunca no debemos caer en el error de creer que las emociones desagradables se “quitan” con una serie ordenada de acciones voluntarias. Éstas ayudan, regulan, mitigan, pero no lo pueden todo. A veces no queda más opción que sentir dolor.
Por eso muchas de estas situaciones son posibles:
- • Sentir agradecimiento y alegría por pasar tiempo con tu familia y sentir enfado por la pérdida de libertad.
- • Confiar en el futuro y en que las cosas irán bien y sentir miedo, angustia incluso pánico en determinados momentos ante los posibles escenarios negativos que podrían ocurrir.
- • Sentirse protegido y vulnerable
- • Capaz e incapaz
- • Alegre y triste
- Somos más fuertes de lo que creemos
“...y una vez que la tormenta termine, no recordarás como lo lograste, como sobreviviste. Ni siquiera estarás seguro que la tormenta ha terminado realmente. Pero una cosa si es segura, cuando salgas de esa tormenta, no serás la misma persona que entró en ella. De eso trata esta tormenta”. (Haruki Murakami)
Cuando en la vida nos topamos con algo que no sólo no hemos pedido, no hemos buscado si no que no hemos imaginado nunca, la reacción normal es buscar formas de huir. De escaparnos. De no tener que pasar por eso. Cuando no queda otra, nos toca poner todos nuestros recursos y fuerzas a prueba. A lo largo de tu vida seguro que has pasado por otras situaciones difíciles:
- • Cuando te dejó tu primera pareja.
- • Cuando te despidieron y tu situación económica era difícil.
- • Cuando perdiste a esa persona importante para ti.
- • Cuando te enfrentaste a esa enfermedad.
- • Cuando fuiste maltratado/a, humillado/a, vejado/a
No son iguales, no son comparables, pero en su momento, también pudiste sentir que se acababa el mundo, y pudiste con ello. Al afrontar esos momentos sale lo mejor y lo peor de nosotros. Podemos ponernos agresivos, dependientes, caprichosos o rígidos. Pero también suelen salir capacidades que en el día a día no tenemos presentes. Pues ahora igual. En medio de este huracán, quizás descubras que eres más fuerte de lo que crees. Sobre todo, porque no te queda otra.
Por eso, usa todas y cada una de las recomendaciones que te lleguen. Aquí tienes algunas de las que el COP ofrece. Pero date permiso para que a pesar de ellas, la realidad sea tremendamente difícil, al menos, en algunos momentos.
- Sobre los niños en esta situación
Pequeños recordatorios antes de terminar si en esta situación estás viviendo con niños pequeños en casa:
Tus hijos van a estar bien. Pasarán por diferentes fases, tendrán más rabietas, estarán estresados... pero los niños se adaptan mucho mejor que los adultos a TODO. Confía en su capacidad de adaptación y no proyectes en ellos tus propios miedos.
- • Es normal querer a tus hijos más que a nada en el mundo y no poder ni verlos al finalizar alguno o varios de estos días.
- • Tus hijos necesitan en este orden: Cariño, dormir-comida sana (razonable), límites y orden flexible. Y más cariño.
- • Esto serán dos meses en su vida. O tres.
- • Los niños son más capaces de adaptarse y procesar la realidad (por muy dura que sea) de lo que creemos. Sobre todo si están rodeados de afecto. Si necesitas ayuda sobre cómo hablarles de lo que está pasando aquí puedes ayudarte.
“Estos días para manejar esta situación de la mejor manera posible es esperable que no estés bien. O no todo el tiempo”
Ana Aizpún Martcillach, psicóloga y psicoterapeuta en Madrid