Por: Ana B. Nieto
María Aco no trabaja desde el 18 de marzo. Ese fue el último día que hizo manicuras en el local de Manhattan en el que trabajaba ocho horas al día por $11.35 la hora y propinas que cada vez son más bajas. Esta mexicana de 60 años vive sola en una habitación de un apartamento por el que paga $650 y vive de cheque en cheque.
Sin ahorros.
La historia de esta latina la comparten muchos miembros de esta comunidad en Nueva York porque es la comunidad más perjudicada por la pérdida de empleo durante la pandemia.
Es la conclusión del informe semanal que está haciendo a nivel de ciudad y estado el CUNY Graduate School of Public Health & Health Policy (CUNY SPH). Según las encuestas hechas entre el 20 y 22 de marzo por este centro dos de cada cinco personas en la comunidad latina, el 41% dicen que ellos mismos o alguien de su hogar ha perdido el trabajo en las últimas dos semanas.
El desempleo o cese de actividades también ha impactado a otras comunidades pero en menor medida. El 24% de los hogares caucásicos y asiáticos están en esta situación y en el caso de los afroamericanos el 15% ha perdido trabajos en su hogar.
Adicionalmente y según este informe, los más perjudicados son los que ganan menos de $50,000 al año ya que el 34% ha perdido el empleo.
Scott Ratzan, el profesor de CUNY que está liderando este informe que se hará semanalmente, explica que la comunidad latina está afectada de forma desproporcionada porque muchos de ellos trabajan en el sector de servicios como hoteles y restaurantes que están sufriendo cierres y caídas de negocios ya que en el caso de estos últimos negocios solo pueden hacer comida para domicilios.
El profesor Ratzan dice que en los próximas encuestas van a tratar de hacer más preguntas sobre la situación con la colecta del desempleo o los niveles de ansiedad con los que se viven. “Es algo que es necesario para afinar las respuestas por que no hay una sola solución política para dar respuesta a la situación”, explica señalando que hay que fijarse en las comunidades y grupos de ingresos más impactados.
“Es importante que lleguemos a distintas personas en más o menos riesgo con soluciones por distintos medios, por la televisión, por la radio y por medios como El Diario para poder ayudar mejor”, explica Ratzan.
Y la ayuda se va a necesitar porque muchas personas no conocen cuáles son sus derechos a la hora de solicitar la colecta de desempleo. Es el caso de la puertorriqueña Erika Vega, que lleva sin trabajar en el servicio de comidas y catering que la ocupaba desde el 12 de marzo.
Su esposo sigue trabajando en el servicio de Citi Bike aunque estaba a punto de ser operado. Su intervención médica ha sido retrasada y ahora mantiene el empleo. Es el único sueldo que entra en un hogar que además comparten con su hija de 21 años y su nieto de uno. Vega también cuida de un tío.
Según el informe de CUNY el 42% de las familias con dos o más niños ha perdido empleos comparado con el 27% de las casas en las que solo hay un niño o menos.
Aco dice que está siguiendo las noticias de las negociaciones sobre la ayuda del Estado Federal y dice que tiene que ver que le llegue el cheque para contribuyentes como ella que contiene esta legislación. “Estoy preocupada, deprimida y con ansiedad, mi preocupación es la renta y los billes. Sé que muchos latinos estamos igual y eso es duro porque a nosotros nos gusta ser puntuales con los pagos y ahora no sé cómo vamos a hacer”.
Vega tiene la misma preocupación porque su familia es una de las millones del país que vive de cheque en cheque. “Mis ahorros ya han desaparecido”. Esta boricua lamenta que además en su barrio del Lower East Side los precios de los alimentos están subiendo aprovechando esta situación. “Los precios están puestos a mano” y según cuenta cada día cambian.
Antes del coronavirus Vega tenía la ilusión de que su empleador, con quien trabajaba a través de una agencia de colocación, le había dicho que la iban a contratar. Ahora eso está en el aire. “Estoy buscando trabajo porque hay facturas que pagar pero es difícil porque no tengo diploma de high school. Y la verdad es que trabajar ahora es exponerse y yo no quiero poner en peligro a mi familia”.
Aco, que explica que todos los días hace ejercicio en su diminuta habitación, está convencida de que volverá a tener empleo.
“Cuando nos fuimos dejamos todas nuestras cosas en el local. Yo confío en volver, en mi mente no cabe la palabra desconfianza, no puede ocurrir”, afirma.