¿Sientes un profundo malestar y solo piensas en tomar un calmante? Tal vez deberías considerar un tiempo junto a la almohada, ya que una nueva investigación encontró que la falta de sueño aumenta la sensibilidad al dolor, debido a que limita la respuesta analgésica del cerebro.
Existen muchas consecuencias de un sueño defectuoso, como limitaciones en la capacidad cognitiva, en el rendimiento físico, riesgos de accidentes, problemas de salud mental e incluso una mala alimentación.
Una nueva investigación destacó otro efecto neurológico del sueño insuficiente: una mayor sensibilidad al dolor. Matthew Walker, de la Universidad de California en Berkeley, EE.UU., llevó adelante este estudio, publicado en The Journal of Neuroscience.
Estos hallazgos llamaron la atención de los autores sobre posibles vínculos entre las crisis de salud pública, como el dolor crónico o la adicción a los opioides recetados, y la falta de sueño.
El riesgo de dormir mal
Para llevar adelante el estudio, los especialistas trabajaron junto a 24 voluntarios jóvenes y sanos. Estos participantes, tampoco tenían problemas para dormir ni trastornos relacionados con el dolor.
En primer lugar, se les aplicó calor en las piernas para escanear la actividad cerebral y examinar los circuitos que procesan las sensaciones dolorosas. Luego, repitieron esta aplicación durante una noche de sueño.
Finalmente, cuando los científicos establecieron el umbral de dolor de la persona, repitieron el procedimiento después de una noche sin dormir.
“En todo el grupo, los participantes se sentían incómodos a temperaturas más bajas, lo que demuestra que su propia sensibilidad al dolor aumentó después de un sueño inadecuado”, informó otro de los autores, Adam Krause.
Y agregó “La lesión es la misma, pero la diferencia es cómo el cerebro evalúa el dolor cuando no se duerme lo suficiente”.
Los investigadores encontraron que una región del cerebro asociada con la sensibilidad al dolor, la corteza somatosensorial, era hiperactiva cuando los participantes no habían dormido lo suficiente.
Esto confirmó la hipótesis de que la privación del sueño interfiere con los circuitos neuronales que procesan el dolor.
Además, la actividad en el núcleo del cerebro accumbens, fue menor de lo normal después de una noche de insomnio. El núcleo accumbens libera el neurotransmisor llamado dopamina, que aumenta el placer y alivia el dolor.
Los investigadores encontraron que la ínsula del cerebro, que evalúa las señales de dolor, prepara la reacción del cuerpo y permite que los analgésicos naturales del cuerpo acudan al rescate, también se encontraba inactiva.
“La pérdida de sueño no solo amplifica las regiones sensibles al dolor en el cerebro, sino que también bloquea los centros de analgesia natural”, concluyó el profesor Walker.
¿Cuánto debemos dormir?
Según informa la Biblioteca Nacional de Medicina de EE.UU., la edad, el estilo de vida y el estado de salud, son factores que determinan la cantidad de sueño que necesitamos para mantener un equilibrio psíquico y físico.
Las recomendaciones generales para dormir son:
Recién nacidos: 16-18 horas al día.
Niños en edad preescolar: 11-12 horas al día.
Niños en edad escolar: por lo menos 10 horas al día.
Adolescentes: 9-10 horas al día.
Adultos (incluyendo adultos mayores): 7-8 horas al día.
Fuente Holadoctor.com