La nación conmemora el 206 aniversario del natalicio de Juan Pablo Duarte, ideólogo y fundador de la República Dominicana, nacido el 26 de enero del 1813.
Bautizado el 4 de febrero del mismo año en la iglesia de Santa Bárbara, en Santo Domingo, el prócer era hijo de Juan José Duarte y de Manuela Diez.
De acuerdo a lo expresado por Víctor Garrido, en un texto publicado en la revista “Clío”, No. 14, del 1959, el espíritu de Duarte fue “ánfora sellada de esencias dominicanas. Y agregó: “Cuando un tosco capitán de navío le preguntó por su nacionalidad, él respondió sencillamente: dominicano”.
Se refería el intelectual a un incidente que estremeció a Duarte cuando viajó por primera vez al exterior en el 1830.
La hermana del patriota se refirió al desagradable momento en su famoso “Diario de Rosa Duarte”.
“Juan Pablo nos dijo varias veces que el pensamiento de libertar su patria se lo hizo concebir el capitán del buque español en donde iba para el Norte de América en compañía de don Pablo Pujols. Nos decía que al otro día de embarcados, el capitán del buque y D. Pablo se pusieron a hablar de Santo Domingo sumamente mal y que el capitán le preguntó si a él no le daba pena decir que era haitiano. Juan Pablo le contestó: ‘Yo soy dominicano’; a lo que con despreció le contestó el capitán: ‘Tú no tienes nombre, porque ni tú ni tus padres merecen tenerlo porque cobardes y serviles inclinan la cabeza bajo el yugo de los esclavos’”, narró la patriota.
El capitán se refería a la condición de sometidos de los dominicanos de la época, que permanecían bajo la dominación haitiana, instaurada por Jean Pierre Boyer en el 1822, cuando ocupó la parte oriental, amparándose en una gran fuerza armada que apoyaba su determinación de unificar la isla de Santo Domingo.
Duarte se refirió a sus sentimientos, causados por las ríspidas palabras del oficial. “ . “La vergüenza, la desesperación que me causó tal confesión de que merecíamos ser tratados tan sin ninguna consideración me impidió pronunciar una palabra, pero juré en mi corazón no pensar ni ocuparme de proporcionarle los medios, sino de probarle al mundo entero que no tan sólo teníamos un nombre propio dominicanos, sino que nosotros (tan cruelmente vilipendiados) éramos dignos de llevarlo”, confesó.
Del pensamiento a la acción
Prendió en Duarte la idea de liberar de la dictadura haitiana a los pobladores de la parte Este, y tras retornar a la isla desde España, en 1838, fundó la sociedad secreta La Trinitaria, junto a un grupo de lugareños, con el firme propósito de liberar la porción oriental.
Se iniciaba entonces una larga lucha por la independencia dominicana, proclamada la noche del 27 de febrero del 1844, en ausencia de Duarte, quien había tenido que exiliarse para preservar la vida, a causa de la persecución haitiana.
En el momento culminante, la apacible ciudad de Santo Domingo se perturbó con el estallido del trabucazo disparado por el prócer Matías Ramón Mella ante las personas congregadas para presenciar el hecho que transformó la vida insular. En el baluarte el patriota Francisco del Rosario Sánchez pronunció la expresión “Dios, patria y libertad”, y los presentes exclamaron ¡Viva Juan Pablo Duarte!, evocando al gestor de la separación.
Con el acto épico finalizaban varios años de trabajo arriesgado, emprendido por una joven generación encabezada por Duarte y Diez, organizador de la resistencia contra la dominación haitiana, tras la fundación de La Trinitaria y de otras sociedades, que le permitieron encausar el descontento provocado por el mando haitiano, imperante durante 22 años.
Tras la proclamación de la Independencia, empezó para Duarte el calvario que lo llevó a la cárcel del gobierno encabezado por Pedro Santana y luego a un exilio.
El patriota falleció en Caracas, Venezuela, el 15 de julio de 1876, luego de padecer muchas amarguras y vivir un prolongado aislamiento.
Formación humanística del prócer nacional
El insigne que condujo el proceso independentista dominicano se destacaba por su inclinación al estudio y al cultivo de las artes.
En la obra “Duarte revisitado”, el historiador Juan Daniel Balcácer cuenta: “Ya adolescente recibió instrucción privada, lo mismo en idiomas que en Filosofía, Derecho Romano y otras disciplinas sociales, a cargo de reconocidos profesores e intelectuales de la talla de Augusto Brouard, Mr. Groot, Manuel María Valencia y, muy en especial, del doctor Juan Vicente Moscoso, quien fuera rector de la Universidad de Santo Domingo, que fue clausurada por los haitianos a poco de comenzar el período llamado Dominación Haitiana”.
A juicio del ensayista “Duarte es un singular ejemplo de devoción y entrega de la libertad del pueblo dominicano por los riesgos y peligros que afrontó en el decurso de esa lucha redentora; por los innumerables obstáculos que superó a lo largo del proceso independentista; por el alto precio político y militar que pagó al no brindarse para que su liderazgo se convirtiera en fuente de discordia entre sus compatriotas, y, sobre todo, por el injusto olvido al que fueron relegadas su vida y su obra pública, por virtud del caudillismo y el desmedido culto a la personalidad imperantes en la sociedad dominicana desde los tiempos de la Primera República Dominicana”.
La amplia historiografía existente sobre Duarte registra detalladamente el alto precio que pagó por su persistente lucha liberadora, loada por el pueblo dominicano cada 27 de febrero, cuando se celebra la independencia nacional.