Por: José Martínez
Mientras en Izúcar de Matamoros, una ciudad localizada en el suroeste del estado mexicano de Puebla, el termómetro marca 76 grados Farenheit (24 grados centígrados), en una pastelería con el mismo nombre, ubicada en El Pequeño México en Sunset Park, Brooklyn, los clientes se resguardan de la lluvia y el frío neoyorquino.
Es la víspera de Navidad y las temperaturas en la Gran Manzana no se parecen en nada a las de Atencingo, la ciudad donde nació Mariano Torres, un poblano que hace 33 años encontró su hogar en este barrio neoyorquino y se quedó. Las dificultades no fueron obstáculo para que, 15 años después de su primer encuentro con Brooklyn, cumpliera su tan anhelado sueño de hacer pan y postres para su comunidad.
Haber crecido en Atencingo, donde se localiza uno de los tres ingenios azucareros más grandes que hay en México, y donde la mayor parte de la población trabaja en la siembra, cosecha y procesamiento de la caña de azúcar, creó en Torres la necesidad de traer esos sabores dulces para compartirlos con sus “paisanos” en Nueva York, y los días de Navidad, según asegura, son aún más especiales.
Y se nota. Cliente tras cliente. Llamada tras llamada. “Estos días vendemos muchos más. Básicamente nos toca duplicar la producción de panes, galletas y tamales porque la gente está comprando más y más”, dijo Torres, quien se prepara para ofrecer una “delicia mexicana” que, según explica, es clave para estos días navideños.
“Este año quiero hacer ponche para vender”, apuntó el poblano, refiriéndose a una bebida caliente tradicional. “Normalmente lleva un poquito de tequila, pero aquí la venderemos sin licor porque solo vendemos comida y postres”.
Pero, la lista es larga: “Pozole, tostadas, flautas, tamales, champurrado, arroz con leche, chocolate de abuelita”, señaló Mary Torres, una de las empleadas del angosto y alargado local, mientras empaca una caja de “galletas de nuez”, otro de los postres más apetecidos por estos días. Frente a ella, Carlos García, también mexicano, de 35 años, quien comparte un tamal con su esposa.
“Estas galletas son para los compañeros de colegio de mi hijo”, indicó García. “Siempre vengo a comprar acá y más en esta época en la que estamos haciendo las posadas. No hay Navidad sin posadas”.
En efecto, las posadas o novenario, una celebración de nueve días de observancia religiosa que se realiza entre el 16 y el 24 de diciembre, y que se celebra con fervor principalmente en varios países de América Latina como México, Guatemala o Cuba, tiene un importante lugar en las celebraciones navideñas de los hispanos que viven en los Estados Unidos.
No falta el Niño Jesús
Una de ellas es Gina Villacís, una ecuatoriana que desde hace 27 años, cada Navidad, convierte su tienda de decoración de fiestas y bautizos, en un pintoresco “nacimiento o pesebre”, en el que clientes católicos hispanos se vuelcan a comprar todo tipo de decoraciones, que incluyen a la Virgen María, San José y por supuesto al Niño Jesús, con el fin de mantener una de las tradiciones más importantes de nuestros países, además de diferenciarse de las celebraciones anglosajonas, protagonizadas por Santa Claus.
Aquí, en esta tienda ubicada en la calle 41 y la Quinta Avenida, no hay árbol de navidad y mucho menos algo que represente el Polo Norte. Aquí el protagonista es el Niño Jesús, sus trajes, y hasta sus sillas. Es, además, la fuente de ingreso más fuerte de la temporada para Villacis, quien desde mediados de octubre prepara los pedidos que hace directamente a La Merced, en la Ciudad de México, base principal de la tradición de veneración a la figura de Jesús cuando era niño, arraigada desde el momento en que se introdujo en el siglo XVI.
“Este negocio se mueve mucho más en navidad, muchísimo más que las decoraciones”, comentó Villacís, quien dedica gran parte de la temporada de fin de año para hacer una pausa en su trabajo cotidiano e impulsar la venta de artículos religiosos.
Para ella, la temporada apenas comienza. La celebración de la navidad mexicana se alarga hasta el 2 de febrero, cuando las figuras del Niño Jesús, vestidas con algunos de los diseños creados por Villacis y su compañera de trabajo, Nancy Díaz, que pueden variar según representaciones de algunos santos, o hasta de jugadores de fútbol, se presentan en la Misa de La Candelaria, también conocida como la Fiesta de la Presentación de Nuestro Señor Jesús y la Fiesta de la Purificación de la Santísima Virgen María, un día santo cristiano que conmemora la presentación de Jesús en el Templo.
Mientras organiza sus compras, Lourdes Méndez, un mexicana que reside a pocas cuadras de la tienda, señala el traje con el que vestirá a su Niño Jesús esta navidad. Ella tiene claro que la “tradición debe continuar”, y por eso, en medio de su día de compras, decidió detenerse en esta tienda para comprar más figuras para su “Nacimiento”, sobre todo, porque se prepara para realizar una de las posadas en su casa
“Desde hace más de una semana pusimos nuestro Nacimiento debajo del árbol de navidad para realizar nuestras posadas y seguir nuestras tradiciones mexicanas”, apuntó Méndez, quien, según asegura, está pasando esta tradición a la generación de sus hijos, uno de 28 y otra de 24, ambos nacidos en Nueva York. “Con ellos dos siempre lo hemos hecho y hemos creado esa tradición de nuestro hogar en el que en la navidad ponemos nuestro Nacimiento, vestimos a nuestro Niño Jesús y hacemos las posadas”.
Navidad se siente en El Barrio
En El Barrio, otra de las zonas hispanas más grandes de la Gran Manzana, el olor a “coquito”, una de las bebidas tradicionales de las fiestas de fin de año en Puerto Rico se multiplica. A pocos pasos de la estación de la calle 116, en medio de la plaza de mercado con más historia de la zona, La Marqueta, que ha estado en un proceso de revitalización y que atraviesa por un rediseño que pretende aumentar los visitantes, hay mucho que celebrar.
“Nos ha ido súper bien esta temporada y ya hemos logrado hasta triplicar las ventas”, confesó Tabatha Lozano, dueña de un local de venta de cupcakes. “Sabemos que a nuestros boricuas les encanta el coquito así que esta temporada estamos vendiendo cupcakes con sabor a coquito y ha sido un éxito total”.
La navidad, además, ha sido una salvación para algunos de estos negocios, luego de que por más de un més, vendedores y artesanos presentaran un “pop-up market”, lleno de promociones, en las que la comunidad respondió positivamente.
“Ha sido una experiencia muy bonita esta Navidad porque queremos que la comunidad latina siga teniendo acceso a las cosas que les conectan con sus raíces y a la vez queremos que nuestros negocios sigan prosperando”, apuntó la puertorriqueña.
Algunas preocupaciones entre comerciantes
La época es, sin duda, un impulso para las ventas de empresarios hispanos, sin embargo, Frank Rodríguez, presidente de la Asociación Nacional de Cámaras de Comercio Hispanas cree que esta Navidad no ha sido tan productiva financieramente para los comerciantes hispanos de Nueva York, específicamente aquellos que distribuyen ropa o celulares. Para él, la falta de tecnología y el poco manejo de ventas en línea está haciendo que muchos comerciantes no saquen provecho hacer sus ventas online.
“Lo que vemos es que los negocios de comidas siguen siendo rentables y hasta duplican las ganancias en esta época, pero los que están en la industria de retail están viendo pérdidas, debido a la desventaja contra empresas como Amazon o Target”, indicó Rodríguez, quien, según asegura, la posible llegada de Amazon a la Gran Manzana podría dejar hasta un 40% de negocios hispanos en la quiebra.
“Nos preocupa esta situación porque sabemos que no es una buena época para los empresarios hispanos, no solo por el presidente Trump y el miedo de muchos hispanos a continuar comprando, sino también porque nuestros gobernantes locales le estan abriendo las puertas a esta empresa que terminará por despedazar nuestra industria”, concluyó el líder, quien invitó a la comunidad hispana a “ayudar comprando en negocios de hispanos. Es la única forma de salvar a nuestra gente”.