El camino no es nada fácil ni corto (tampoco el de la felicidad), pero la recompensa paga cada palmo del esfuerzo: desde que nos adentramos a la serranía, la vegetación va enalteciendo el espíritu y cada riachuelo que se entrecruza se hace engalanar de pinares de cuya aroma se va nutriendo el ambiente.
Se trata de un atricherado segmento del paraiso que se estacionó a orillas de Río Mao, poco antes de que este se convierta en “uno más” y justo a tiempo para conocerlo cristalino y glorioso, rebosante de vida y explendor. El entorno majestuoso de la Cordillera Central nutre de verde y hermosura el paisaje: lo demás es aportado por la gente, afable y abnegada como sólo puede serlo el campesino de esta sierra.
El “Centro Ecoturístico El Catey” debe su nombre a una palmera homónima, endémica de La Hispaniola, también llamada “Cocomacao” y “cro cro” (bactris plumeriana), descubierta por el sacerdote francés Charles Plumier en 1689. La verdad es que hoy día se hace difícil encontrar un ejemplar de ella, pero lo innegable es que este lugar le da aquiescencia a las palabras de Einstein, si es cierto que alguna vez dijo: “Todo debería hacerse tan simple como sea posible, pero no mas que eso”… Precisamente por ello, este espacio está concebido de un modo tan simple como es posible y no necesita más!
Rústicas cabañas tipo palafitos sirven de potencial espacio para el acomodo, sin embargo aquellos que evadan la posibilidad de dormir al intemperie o no llevar tiendas de campaña, se estarán perdiendo de uno de los placeres celestiales más cercanos al deleite que el ser humano pueda concebir: los destellos de plata rebotando en los pinares, con una luna extrema que más reflejar alguna luz, pareciera crearla en su presencia y sólo para sus ojos… Millones de azules agujeros tiritando en derredor, mientras el viento de pino fresco revolotea por entre el verdor de la grama.
Mirar a lo alto en una noche despejada, sin interrumpir la sinfonía de miles de maestros de natura contratados por usted, validan sin lugar a dudas la existencia Divina dirigiendo todo el set. Quizás la fogata pudiera estarse apagando, pero lo que nunca se extinguirá es el brillo en los ojos de los niños que puedan vivir la experiencia (primeriza para muchos) de encender el fuego y palmear sus ocurrencias al calor de la hoguera.
En el fragor de la tarde, la extensa alfombra verde provee el ideal espacio para los juegos, para echarse de espaldas al suelo o simplemente para refrescar la vista. El Sendero que lleva al río no deja de aportar sus sobresaltos: desde el trino de las aves que saltan de lado a lado hasta los singulares reptiles que se arrastran suaves para ganarse calor. Al final: fresco, impetuoso y cristalino abre sus brazos entre el verde copioso y las rocas que brillan, un sendero de agua y vida llamado Rio Mao. Andar en su fluidez o caminar en su entorno es tan tonificante como cualquier otra terapia, o mucho más!. Hay que escuchar lo que su corriente tiene para decir antes de ser atrapada por la presa de Monción; Hay que ver lo que sus afluentes tienen para mostrar y andar los senderos que llevan a las cascadas que tornan en agua en espuma.
Aquellos que por olvido o in inanición todavía no conocen de la fama del sazón criollo, encontrarán en la cocina del Catey una muestra más que excepcional del toque especial que brinda la leña y el agrado con que las manos del campo sirven al visitante: Moncito y su familia son nuestra familia desde los pocos minutos después de llegar. Cada hombre y mujer de la comunidad o allegada a la Cooperativa que los agrupa, se entrega al visitante sin dejar ninguna duda sobre el dulzor de nuestros campos.
Si bien es cierto que Cenoví, La Sidra, El aguacate, La Leonor, La Toma y el Montazo son nombres más sonoros y conocidos que “El Catey”, más cierto aún es que allí se guarda un gran tesoro, rico en sencillez y abundante en sensaciones: basta rociarse con la espesa neblina del amanecer para saberse feliz… ningún ser vivo debería eximirse de esta terapia.
Si visitar el Catey no está entre sus planes, entonces debe revisarse.
Quienes lo han hecho Posible: La Cooperativa Agroecológica de la Cuenca Alta del Río Mao. El Instituto para la Cultura y la Autogestión Popular de la región Noreste (Incap), la Red Dominicana de Turismo Rural (Redotur) y el Programa de Pequeños Subsidios (PPS).
Alojamiento: Hay disponibilidad para 31 camas en las cabañas, pero en el cesped se pueden colocar tiendas de campaña para entre 60 y 100 personas.
Los Senderos: Uno de ellos lleva al salto El Naranjito sobre el arroyo La Tarana, en los alrededores de Cenoví. Frutas y flores silvestres (muchas orquídeas) adornan los senderos para recorrer a pie o a caballo.
Como llegar: Por Monción (de 45 a 60 Minutos): Se toma la carretera hacia el poblado de Durán y se dobla a la izquierda. Luego, se sigue la carretera pasando Meseta y La Leonor hasta llegar a la localidad del Aguacate. En la entrada de esta localidad se toma el camino de la izquierda y se sigue hasta encontrarse en el local del complejo, ubicado en El Aguacatico. (está señalizado).
Por Santiago Rodríguez: Se toma la carretera de Palmarejo hasta llegar a La Leonor. Al llegar a esta localiad, se dobla a la derecha hasta llegar al Aguacate. A partir de aquí, seguir las instrucciones dadas más arriba.
Se recomienda el uso de vehículos de doble tracción, pues si llueve el acceso se complica un poco.
Contacto: Complejo Ecoturístico El Catey Calle Hermanas Mirabal No. 91 (Altos) Mao, Valverde, República DominicanaTeléfonos: 809-572-5644 | 809-572-8396 (Oficina) 809-977-6063 (Móvil)Email: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Los Costos: de verdad que no vale la pena ni preguntar! No es posible encontrar lugar alguno donde la relación costo/calidad sea más justa. Mucho más económico que el más económico de los lugares. Es asequible al más modesto presupuesto…
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Fuente: www.accionverde.com